domingo, 2 de marzo de 2008

las kayas el final del camino y foto de niña





Relax en el río
Los hombres pescaban con gafas de buceo de los años 50, o con pequeñas redes con plomos en el
extremos.

Las mujeres cogían agua o lavaban en el río, y los niños practicaban su actividad favorita, nadar y
chapotear en el río, y hacer cabriolas para la foto.

En cuanto el sol comenzó a bajar, los búfalos se metieron en el río en manadas para refrescarse y
hasta pudimos ver a un elefante con su cuidador duchándose con la trompa.

Camino de la ducha
A veces pasabas debajo de precarios puentes de bambú, intentando no golpearlos con el kayak, porque
tenías la sensación de que se podía desmoronar en cualquier momento.

En 4 horas río abajo no vi ninguna barca a motor.
puesta de sol
Llegamos a Vang Vieng justo a tiempo para ver la puesta de sol sobre las montañas kársticas, una
auténtica tarjeta postal.

bicicleta acuática
Hay varios resorts al borde del río y unas cuantas terrazas de bambú desde las que disfrutar
observando el reflejo dorado del sol en el río y los cambios de luz.

Eso sí, con un buen repelente de mosquitos, porque en cuanto se pone el sol, es su hora de "merienda",

y aquí los hay de varios tipos, a los que les encantan los tobillos y las articulaciones, y los que te
zumban en el oído retándote a que los pilles.

Paisaje kárstico
Hay gente que lleva un dispositivo curioso, una especie de raqueta que funciona a pilas, y que "fríe"
los mosquitos, al estilo de las que tenemos en los bares en España.

Dicen que es muy efectivo, Made in China, cómo no.

El ambiente nocturno en Vang Vieng es cuanto menos curioso.

Cuando subí en el minibus en Vientiane pensé que ibamos a Khatmandú, porque el resto de la gente
vestía a lo hippie, con rastas, piercings, tatuajes orientales, brazaletes y pulseras en los tobillos,
y "buen rollito"
.
Esperaba encontrarme bares con música de sitar, incienso y luces psicodélicas; en cambio la gente

estaba reclinada sobre almohadones, bebiendo cerveza y viendo Friends en DVD.

Me sorprende que Friends sea el referente de los hippies del S. XXI, aunque más bien me inclino a
pensar que, como todas las generaciones, andan un poco perdidos a los 20 (bueno, yo de hecho sigo
buscando mi camino 25 años después).

Los kayas al final del recorrido
Una muestra del carácter de los laosianos, que en mi primer diario mencioné como relajado y nada
agresivo con el turismo, es que cuando le comenté al chico del hostal Malani, donde me alojaba y
contraté el tour, que el guía se había desentendido de nosotros, no nos había contado nada de la
historia de las cuevas, y se limitaba a beber y ofrecernos Lao-lao, el licor de arroz típico de Laos,
me miró azorado y me dijo "entonces te tengo que devolver dinero", sin haberlo yo pedido.
¡Chapeau!.

Niña

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