sábado, 15 de marzo de 2008

VOLCANES Y HOMBRES

CASCADA EN SENARU
CON EL GUNUNH DE BALI AL FONDO

EL CAMPAMENTO BAJO LA NIEBLA


DESPRENDIMIENTO DE ROCAS



PUENTE DE BAMBU




LA ULTIMA VISION DEL LAGO

La última visión del lago
A las 2 a.m pasaron delante de nuestra tienda, en disciplinada fila india, las 15 chicas con sus correspondientes guías, que iban formado un gusanito de luces en los zigzagueantes senderos a la cumbre.

15 minutos después estábamos en movimiento, y en poco rato rato adelantamos al grupo, que más que gusano iba a ritmo de tortuga.

El caracol de vagamundos puso el turbo y pronto la ruta a la cima era nuestra.

Puente de bambú
La pendiente cada vez se hacía más fuerte, y de cada 2 pasos que dabas a la cima, uno lo bajabas porque la arena estaba muy blanda y era imposible hacer huella.

La vegetación desapareció casi completamente y el esfuerzo nos hacía sudar copiosamente.

En mis orejas, tapadas con el gorro de lana, retumbaba el corazón a toda velocidad, y cada vez que miraba hacia arriba, sin necesidad de linterna porque la luz de la luna era muy fuerte, veía la cumbre más lejos, o al menos eso me parecía.

Desprendimientos de rocas
La moral al menos era alta, y con manos y pies, a veces casi gateando, pasamos las rampas más fuertes.

Por suerte la pendiente se suaviza en la última parte, y finalmente llegamos a la cumbre a las 5h15 a.m., 3 horas después de iniciado el ascenso.

El calor de la subida se convirtió en gélido frío porque un viento incesante azotaba la cumbre, y como quedaba una hora para el amanecer, retrocedimos para protegernos en unas rocas.

El campamento bajo la niebla Machi había traído una vela por si fallaba la linterna, y con su lucecita nos calentamos un rato.

A las 5h45 llegó una pareja de colombiana y canadiense, que se refugiaron también en las rocas, y a las 6 volví a la cima porque una línea roja en el horizonte anunciaba un amanecer glorioso.

Con los dedos casi insensibles para encontrar el disparador a pesar de los guantes, fui captando como las sombras se desvanecían y una cálida luz, que desgraciadamente poco podía hacer contra el viento, llenaba el cielo.

Con el Gunung de Bali al fondo Bali y Sumbawa enseñaban sus perfiles y el mar de plata estaba salpicado por decenas de islitas.

Hicimos las fotos de cumbre, y justo a las 6h15 apareció la primera chica de Singapur, con la sonrisa pintada, más bien una mueca, que se desplomó en la cumbre.

Me comentó que su amiga, que iba mucho más abajo, llevaba la cámara, y me ofrecí a hacerle una foto con la mía y enviársela por email.

Cascada en Senaru
Sin levantarse, posó en la cumbre y en cuanto le hice la foto, comencé el descenso.

Machi estaba tan helado que empezó a correr como un poseso sin importarle la pendiente de 35 grados ni el resto de chicas que subían penosamente, que sólamente debieron sentir un ráfaga de viento que pasaba a su lado, al estilo Correcaminos.

Yo, cabra pero no loco, apliqué la técnica que aprendí en el Kilimanjaro, también volcán, y bajé al estilo ruso o Kalinka, levantando mucho las piernas y patinando montaña abajo.

Salvo un par de caídas de culo todo fue bien, y reduje el ritmo cuando apareció la zona de piedras.
A la luz del día se podía apreciar mejor la empinada subida que por el borde del cráter nos había llevado a la cima, y ahora el lago brillaba precioso con los primeros rayos de sol que tocaban su superficie



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