miércoles, 12 de marzo de 2008




En el molinillo de oraciones
En muchas tiendas hay un cartel que dice "no vendemos productos made in china".

La gastronomía tibetana es otro de los alicientes de McLeod Ganj, ya que puedes saborear unos deliciosos momos, empanadillas más o menos picantes y más o menos vegetarianas que son baratísimas y muy nutritivas.

Los hostales de McLeod Ganj, que suelen tener restaurante, compiten por ofrecer los mejores momos, y después de varias ronda de degustación me quedo con los del hotel Snow Lion y del hotel OM, que tiene el aliciente de una impresionante terraza con vistas sobre el valle y los picos nevados del Himalaya.

En los alrededores de Dharamsala hay varios templos budistas, aislados entre árboles para preservar la paz, pero que acogen con cariño a los visitantes extranjeros.

Amanecer en Dharamsala
Tuve la suerte de coincidir con una audiencia pública del Dalai Lama en Tsugla Khang, donde se encuentra el complejo del gobierno, el museo del Tibet, los principales templos y la sala de audiencias, pero era tal la marea humana que decidí quedarme en el exterior.

Como en todo el mundo, donde hay religión y espiritualidad hay siempre mendigos, y Dharamsala no podía ser una excepción.

Mendigo en Dharamsala
Diseminados por la calle que baja hacía el complejo Tsugla Khang, decenas de mendigos indios, nunca tibetanos, se esfuerzan por ablandar el corazón del visitante.

Dharamsala está a unas 12 horas en autobús de Delhi, y al atardecer se agolpan en la carretera que sube a McLeod Ganj los autobuses, que no pueden entrar al pueblo porque las calles son demasiado estrechas, lo que obliga a los viajeros a descender, pertrechados con sus equipajes, a la búsqueda del "bus perdido"

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