


Acceso a Preah Khan
El penúltimo templo del segundo día fue East Mebon.
Nada más llegar empezó a caer una lluvia torrencial, que duró unos 15 minutos.
El templo tiene unos elefantes de piedra en las 4 esquinas de tamaño casi natural, y unas falsas puertas primorosamente esculpidas en piedra.
Todos los templos tienen su altar budista con ofrendas e incienso ardiendo.
Figura en Preah Khan
Cuando dejó de llover le dije al motorista que me llevara a Angkor Wat, porque la calzada de piedra mojada tenía que darle una belleza especial al lugar, pero cuando llegamos allí, no había llovido en esa zona.
Fuimos a Phnom Bakheng, un templo que se abarrota al atardecer para la puesta de sol, pero como era temprano no había nadie.
Está construido en la cima de una colina, con 2 sendas de acceso, una para elefantes y otra para personas, y el camino directo de la antigua escalera, ahora casi destruída, que fue el que tomé aunque era bastante empinado.
La vista desde su cima es preciosa, menos mal que en esta parte de Camboya la naturaleza se ha preservado bastante bien, porque en el resto de mi travesía por el país de norte a sur, he visto mucha deforestación, pueblos, carreteras y ríos sucios.
Corredores infinitos en Preah Khan
Me quedé un buen rato arriba, disfrutando de la soledad y paz del lugar, antes de descender y regresar a Siem Rep, con la mirada llena de apsaras, garudas
(aves mitológicas),
budas,
shivas
(uno de los 3 dioses de la trinidad hinduista, el de la guerra),
lingas
(símbolo fálico),
las intrincadas raíces arbóreas de Ta Prohm
y los enigmáticos rostros de Bayón.
Mi mente se va llena de admiración por esta extraordinaria civilización, y mi alma en paz con el universo y cargada de energía positiva
.
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