viernes, 29 de febrero de 2008

pasarela al infinito


Pasarela al infinito
Más susurros venían de la superficie, donde los recolectores de guano de los cientos de miles de murciélagos que habitan en la cueva recogían su olorosa cosecha en sacos.

Tanto la recolección de guano, que se utiliza como fertilizante desde hace miles de años, como la de nidos de golondrina, están hoy fuertemente controladas y reguladas, ya que la sobreexplotación las llevó casi a la extinción.

Iba yo mirando al techo de la cueva buscando a los recolectores cuando un resbalón me hizo bajar de golpe, nunca mejor dicho, varios escalones con mi trasero y espalda, es decir que me di unas buenas culada y costalada, que me dejaron inmóvil por el dolor varios minutos mientras recontaba mentalmente mis vértebras a ver si estaban todas en su sitio.

Por suerte fue sólo el dolor y unos rasquños lo que me llevé, aparte del susto, pero a partir de ese momento me olvidé de la poesía de Becker y las golondrinas y me centré en el camino

Una de las pinturas rupestres es el símbolo del Parque Nacional
Regresé a la cabaña sin más incidentes, y las siguientes 16 horas no paró de llover, menos mal que las casas están construídas a un metro de altura sobre pilotes de madera, porque pensé que el agua iba a alcanzar esa altura.

Mi siguiente recorrido combinado autostop-bus me llevó hasta la ciudad de Miri, la meca petrolera por excelencia de Malasia, lo que se nota en los hoteles de lujo, centros comerciales y cochazos que atascan la ciudad, y los pocos alojamientos para mochileros.

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