Atardecer en Sibu
Al borde del río hay una pagoda de siete pisos que indica la predominancia de la comunidad china en la ciudad, algo que se ve claramente en las tiendas, hoteles, restaurantes y demás negocios, además de los animados mercados, tanto diurnos como nocturnos.
En Sibu pude ver la primera puesta de sol desde que comencé el viaje, ya que igual que a Moisés se le abrieron las aguas, a mí se me abrió el cielo entre los chaparrones y pude gozar de un ocaso multicolor con diferentes capas de nubes disputándose el pedazo de cielo color rojo que en los trópicos se extingue enseguida; en el Ecuador el sol no se pone, se cae.
Express llegando a Sibu
De noche di una vuelta por el mercado, donde compré un quilo de rambutanes, una de mis frutas tropicales preferidas, que me costaron 40 céntimos de euro.
Con las pilas cargadas afronté las 6 horas de bus hasta el P.N Niah, la última parte en "autostop de pago", un medio de transporte bastante habitual en Malasia, que te ahorra un montón de dinero en taxis allá donde no llegan los buses.
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