lunes, 3 de marzo de 2008

DISFRUTANDO UN POCO






Bomba de adorno
La más veterana, Monika, una berlinesa profesora de Kindergarden, y entre los más jovenes Idoia, una vasca con apellido danés que trabajaba en Barcelona subtitulando películas.

Las 3 horas de descenso llenaron mi mochila de conversaciones interesantes y experiencias vitales.

Al día siguiente parte del grupo volvió a Luang Prabang, y me fui con Monika y Anna, una suiza que estaba mochileando por el mundo con el permiso de sus hijas de 18 y 20 años (¡el mundo al revés!), a hacer un trekking a un poblado Mong.

Bajamos 1 hora en barca por el río y comenzamos a caminar por arrozales.

Mercado Muang Sing
Llegamos al pueblo Mong, y vi claramente que no estaban acostumbrados a ver extranjeros, ya que los niños gritaban "falang falang" y salían corriendo.

Finalmente la curiosidad les venció y se fueron acercando; les empecé a enseñar las fotos de la cámara digital y en segundos todo eran risas y gritos.

La vida es muy básica, con la mayoría de los niños jugando desnudos y las viejas caminando en topless con los nietos a sus espaldas.

Mercado Luam Nam Tha
El guía no hablaba apenás inglés, y en el camino nos encontramos con un incendio forestal, teóricamente controlado, pero el fuerte crepitar de la madera y la densa humareda nos asustaron un poco.

En esta época del año en Laos queman grandes extensiones de laderas para plantar arroz seco, que no necesita diques inundados como el normal, sino que con la lluvia que comienza en Junio tiene suficiente agua.

Trekking Luam Nam Tha
Regresamos por otro camino para visitar una cueva por la que transcurría un río, pero el guía había olvidado la linterna, y las velas que llevábamos eran muy pequeñas, así que nuestro recorrido fue corto.

Al llegar a Muang Ngoi observé que en el restaurante del embarcadero tenían una bomba americana a modo de monumento
(monumento a la aberración de una guerra que oficialmente no existió, diría yo).

Trekking Luam Nam Tha. Niña Khmu
Al día siguiente comencé un ajetreado viaje hacia el noroeste, que me llevó en varias etapas a Luang Nam Tha y Muang Sing, cerca de la frontera china, donde se concentran la mayoría de las etnias de Laos.

En Oudomxai me topé con Iñaki, el ciclista vasco, que había pedaleado casi 100 km de contínuo sube y baja con unos 40 grados,
¡ni que fuera del mismo Bilbao!.

En Luang Nam Tha me encontré con la pareja de Gales, Gemma y John, y decidimos hacer un trekking de 3 días.

Tenía muy buena pinta, ya que era un test trek, o sea que ibamos a visitar pueblos en los que muy pocos extranjeros habían estado.

Para evitar que suceda lo de Chiang Mai en Tailandia, donde los treks a las tribus de montaña se han convertido en un circo para ir a ver a las mujeres jirafa (Karen) y otras etnias, en Laos la Unesco ha ayudado a diseñar eco-treks de bajo impacto.

Esto significa que los guías tienen su trabajo normal y 1 o 2 veces al mes ejercen de guías, que los grupos son de 8 personas máximo, que los pueblos que se visitan tienen un máximo de 2 grupos por semana.

Posando como una profesional.
Niña Lamtha
Es importante que la interacción con los locales no suponga un cambio radical en su estilo de vida.
Te piden por ejemplo que no les des nada a los niños.

El primer día comenzamos en el mercado de Luang Nam Tha para comprar comida.

Luego fuimos una hora en tuc tuc hasta el punto de comienzo de nuestro trek, y las 5 horas siguientes las pasamos bajo un intenso calor y contínuo sube y baja por las montañas.

La parada de comida fue en un claro del bosque donde Toe, nuestro guía, desplegó unas hojas de banano a modo de mantel, y disfrutamos de una deliciosa comida al estilo Lao, es decir, con sticky rice
(literalmente arroz pegajoso)
y comiendo con los dedos.

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