miércoles, 5 de marzo de 2008

DEJAMOS HONG KONG Y VOLAMOS A MACAO CARLOS EN EL BARCO





Macau,

¿Quem Fala Portugués Aqui?

En el barco a Macao.

Dicen que todo es del color del cristal con que se mira, y debe ser que el cristal de Macao estaba muy sucio, porque no me ha gustado nada.

Tampoco ha ayudado el clima, ya que un llovizna persistente (chirimiri, calabobos, o más poéticamente como decimos en Galicia, chovia miudiño) no dejaba apreciar los encantos de la ciudad, que sin duda los tiene.

Preparación año del gallo.

Mi primera decepción fue que pensaba encontrarme una ciudad portuaria del estilo de Lisboa, pero sólo se parece a La Ciudad Blanca en que tiene varias colinas donde se conservan fortalezas de la época colonial portuguesa.

La segunda fue que creía que podría comunicarme en portugués, porque hasta hace sólo 5 años Macao era oficialmente colonia portuguesa, pero o los lusos se han ido de la ciudad, o tuve la mala suerte de no encontrarme con ninguno, porque el único idioma que oí en la ciudad fue el cantonés.

La fachada de la iglesia de San Pablo

Lo curioso es que los rótulos de las calles son bilingües, y los carteles de los negocios también, pero en el hostal donde me alojaba, que era puticlub en el primero y pensión "decente" en el segundo, nadie hablaba otra cosa que no fuera chino.

Cada vez que entraba o salía recibía ofertas, en chino, para incrementar las relaciones de buena hermandad hispano-chinas, pero como incluían un simple intercambio económico, decliné la oferta.

Por cierto, el hostal está en la Rua da Felicidade, un nombre apropiado para el tipo de actividades que se realizan.

La hidra de 7 cabezas

Muchas calles tienen nombres tan largos como ellas mismas, del estilo

"Almirante Eduardo Ferreira Cabral da Silva",

pero parece que con la devolución de Macao a China en el 2000 han borrado de un plumazo los 450 años de historia colonial con Portugal.

Un símbolo de la desaparición del legado colonial podría ser las ruinas de la iglesia de San Pablo, fundada en 1602 por los jesuitas, y de la que sólo queda la impresionante fachada.

Cuando los jesuitas fueron expulsados de China en el S. XVIII fue abandonada, luego convertida en acuartelamiento de tropas, y finalmente un incendio acabó con ella, excepto la fachada.

En ella podemor ver las estatuas de San Ignacio, el fundador de la orden, San Francisco Javier, llamado el apóstol de Oriente, y los beatos Francisco de Borja y Luis Gonzaga.

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