martes, 4 de marzo de 2008

LA MEZQUITA DE LOS CHAN






Todavía no cobran por respirar, pero con la contaminación que hay en Hanoi y Saigón no tardarán en vender botellas de oxígeno.

Las mujeres van totalmente cubiertas, escapando del sol. Al sempiterno sombrero cónico de paja le han añadido un pañuelo o mascarilla, y cuando no van de manga larga, llevan unos guantes color carne al estilo de Gilda, pero un poco menos glamorosos.

No me gusta tampoco la política de visados que tienen; tuve que perder 6 días en Kunming, China, porque cerraron el consulado una semana entera por el año nuevo, para obtener el visado, que me dieron por 30 días (de hecho 29, porque fue de 18 de febrero a 18 de marzo), y empezó a contar no el día que entré al país sino el que has tenido que decir que ibas a llegar.
Eso se llama "burrocracia".

Vietnam es un país muy burocrático; para enviar un sobre a España con un CD de fotos, tuve que rellenar 2 impresos completos, un funcionario revisó toda la documentación y el sobre, lo precintó y me envió a otra ventanilla donde una temible mujer armada de un sello-martillo certificó que me podía ir en paz y que mi sobre llegaría un año de estos.

El idioma es otro problema, no tan grave como en China, pero en cuanto sales del circuito turístico, no hablan ni inglés ni francés, idioma que sólo he podido practicar con viejos en Saigón y Hanoi que todavía recuerdan la época de la colonia.

Los que busquen paz y tranquilidad en Vietnam tendrán que refugiarse en algún templo budista, hinduista, confucionista, iglesia o mezquita, porque son los únicos lugares donde no meten hasta la cocina la moto o coche
(literal, en el hotel de Nha Trang guardaban el todo terreno del dueño en recepción de noche).

Otra opción para visitar el Vietnam más auténtico es salir de la ruta del
mochilero/viajero/turista, pero entonces sufriremos autobuses atestados sin A/C, carreteras pésimas y dificultades de comunicación.

En 2005 Vietnam celebra 75 años de la fundación del Partido Comunista, 60 de su independencia y 30 del final de la guerra de Vietnam, así que habrá múltiples actos, muchos de ellos militares.

La presencia del ejército es permanente, hasta en televisión tienen sus programas donde una bella oficial de uniforme y con muchos galones da noticias, y luego te ponen videoclips de la tropa cantando en torno al fuego en un campamento, ¡realmente indescriptible!.

En general toda la televisión en Vietnam es inenarrable, las películas no las doblan, sino que dejan el sonido original de fondo, y una voz melosa de chica va leyendo todos los diálogos sin ningún tipo de entonación.

Han descubierto que la religión ya no es el opio del pueblo, así que la han sustituido por el fútbol de ligas europeas, que retransmiten a todas horas.

Los videos musicales y los programas tipo Grand Prix son la quintaesencia de lo kitch, contrastando con las contínuas entrevistas con agricultor@s que cuentan, creo, el secreto de por qué sus mangos y sus melones son más hermosos y grandes que los de los demás.

En fin, no sé si es que me estaré haciendo viejo, pero me hubiera gustado haber venido a Vietnam hace 10 años.

Escribo estas últimas notas sobre el país en el barco que me lleva al delta del Mekong y a Camboya, un país que se ha abierto al turismo en fecha tan reciente como 1999.
Espero no llegar tarde.

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