martes, 4 de marzo de 2008

LA FRONTERA GALACTICA EN SU LADO CHINO



La frontera "galáctica" en su lado chino.

No penseis que me ha tocado la lotería o he encontrado un tesoro escondido en la jungla en Vietnam, es que después de cruzar la frontera de China con Vietnam cambié 50 € y me dieron un millón de dongs, la moneda local, o sea que por 1 € recibimos 20.000 dongs,

que normalmente son suficientes para pagar una comida, dos cervezas, o un viaje en autobús de 2 horas.

Sencilla pero elegante.

Llegué a Hekou a las 6 am después de 10 horas desde Kunming en un autobús cama que era más bien un autobús lata de sardinas, ya que los chinos han reemplazado los asientos por camas de verdad, pero de 1,70 de largo y no más de 60 centímetros de ancho.


La mala suerte quiso además que mi última experiencia con un chino fuera la peor de todo el viaje.

La estación de autobuses de Kunming, en realidad una de las 5 que hay, cercana a la del tren, era un caos, y tuve que preguntar varias veces hasta encontrar mi autobús.

Ya estaba dentro cuando un individuo, identificándose como empleado de la compañía y enseñando un carnet de intérprete de inglés me señaló una cama y me pidió dinero porque decía que llevaba mucho equipaje.

Madre y bebé en Bac

Ha Primero amablemente, y luego gritando porque no le hacía ni caso, me amenazaba, me decía que todo el mundo pagaba por el exceso de equipaje, a lo que yo respondía que no llevaba exceso con 15 kilos, y que llamara a la policia si tenía algún problema.

Desapareció de la escena, y mi compañero de cama, un brasileño, me dijo que en la media hora que él llevaba en el bus había visto como el individuo robaba a un montón de extranjeros con la excusa del exceso de equipaje.

Mercado dominical en Bac Ha.

Búfalo

Fue la primera vez que en China vi a alguien robando a los turistas.


Como era de noche, no sé qué tipo de carretera había hasta la frontera, pero tenías que agarrarte en las curvas a los barrotes de la cama porque si no salías despedido por la fuerza centrífuga.


El olor combinado de los cigarrillos y los pies de muchos pasajeros te anestesiaba.


Hekou, la ciudad del lado chino, estaba en completa oscuridad, y nadie hablaba una palabra de inglés; un birmano nos indicó que la frontera abría a las 8, así que teníamos 2 horas de espera.


Nos fuimos hacia ella, que estaba a sólo 200 metros de donde nos había dejado el bus, y en la oscuridad vimos una luz que era una cafetería donde desayuné con Luciano, que así se llamaba el brasileño, y gasté mis últimos yuanes.

Mercado dominical en Bac Ha.

Herrero

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