sábado, 8 de marzo de 2008

ARCOS Y PINTURAL EN EL FUERTE AMBER






Lo que hoy se conoce como fuerte Amber fue originalmente un complejo palaciego dentro del fuerte original que hoy es el fuerte Jaigarh, situado sobre una colina que domina todo el valle y el lago Maotha, casi inexpugnable por su ubicación y enormes murallas.

Está conectado con el fuerte Amber a través de pasajes fortificados.

La mayoría de los turistas suben hoy las fuertes rampas del fuerte en elefante, lo que nos da a los peatones la oportunidad de hacer fotos exóticas, pero sólo hasta Amber.

Algunos turistas, sobre todo japoneses, no parecen disfrutar mucho con la subida, seguro que han leído historias de elefantes locos que se arrancan a correr con su carga a cuestas.

Si yo fuera el enlace sindical del sindicato de elefantes, alentaría esta historias.


Arcos y pinturas en el fuerte Amber
Al fuerte Jaigarh se cuenta con los dedos de la mano los que suben, y es una pena, porque aunque no tiene la magnificencia de Amber, las vistas y la placidez del lugar invitan a soñar.

Soñando pensé que estaba, al entrar en Amber, al ver que estaban rodando una película de Hollywood, con una pareja ejecutando esas danzas tan curiosas a ojos occidentales, ataviadas al más puro estilo Broadway, con vestido rojo ella, camisa con florituras él, pantalón negro ceñido y de cinturón una cinta roja combinada con el vestido de ella.
Fashion total.

Delicadeza en mármol
Superada la impresión, me fui a ver el salón de los espejos, una obra maestra que gracias a los miles de espejos colocados en el techo, con una simple vela encendida iluminamos toda la habitación.

Todo el fuerte en sí es un obra maestra, con delicadas tallas en mármol, celosías de alabastro con filigranas increíbles, y pinturas que desgraciadamente se han perdido o deteriorado en muchos casos.

Delicadeza en alabastro
Me pasé bastante rato recorriendo en solitario los patios y dependencias solitarias del fuerte Jaigarh, imaginando como sería la vida en Jaipur en la época en que no había vehículos a motor con ese invento tan mal utilizado que se llama claxon, y definitivamente me hubiera gustado poder entrar en una máquina del tiempo y poner el reloj doscientos años atrás.

El abarrotado autobús de vuelta a Jaipur, con cinco personas estrujadas cada tres asientos, me sacó de mi ensoñación, y la dura negociación con el conductor del rickshaw, que sabe que estás cansado, polvoriento y con ganas de llegar a tu hotel lo antes posible, me hizo aterrizar de golpe en la India del S. XXI, que combina de manera magistral la cibernética de última generación con la boñiga de vaca y métodos comerciales medievales.

Ventanas-mirador en Amber
La realidad es que seguramente hubiera llegado antes al hotel caminando, porque a las 2 de la tarde el tráfico en Jaipur era tan abigarrado que más que un conjunto de bicis, motos, rickshaws, carros tirados por dromedarios o mulas, taxis, coches, camiones, vacas, y otros vehículos que he olvidado, formaba una unidad que iba al mismo ritmo, eso sí, de caracol, y con el incesante sonido de las bocinas, que engañan sobre el tamaño del vehículo que viene detrás, porque les ponen claxon de camión hasta a las motos.

1 comentario:

rom dijo...

que fortunado!! suerte para los proximos trips



http://haciaestemomento.blogspot.com/